En el año 1976 con la nueva división política administrativa llevada a cabo en Cuba, queda constituida La Habana como provincia, independizándose de Ciudad de la Habana, la actual capital de la isla.
Antes de ese año ambas compartían el mismo territorio por lo que su historia está estrechamente vinculada.
A finales del siglo XVIII y principios del XIX, el aumento de la producción azucarera determinó la introducción de grandes cantidades de esclavos africanos. La vida de estos esclavos se caracterizó por el maltrato y el desprecio a su condición humana. La lucha de los esclavos por su libertad, provocó insurrecciones en las que con palos, piedras, instrumentos de trabajo y cuantas armas pudieran conseguir se lanzaban a los montes. Allí se organizaban en "palenques" que se distribuyeron en esta región.
Durante las guerras de independencia era de vital importancia mantener grupos armados en la región occidental para quebrantar la economía española y aliviar el peso de la guerra en el centro y oriente del país. Los grupos conspirativos más fuertes estuvieron en San Antonio de los Baños, Güira de Melena, Bejucal, Alquízar, Bauta y Jaruco.
Las provincias occidentales contaban con vía de comunicación desarrolladas y esto favorecía a las tropas españolas. La topografía también favorecía a los españoles, sin embargo los insurrectos llegaron a utilizar más de cincuenta y tres cuevas de esta región como campamentos, hospitales de sangre, enfermerías, depósitos de armas y herrerías.
En una finca perteneciente a Punta Brava, en Bauta, se libró el 7 de diciembre de 1896 el combate en que cayó el lugarteniente general Antonio Maceo.
Durante la República Neocolonial los pobladores de esta región estuvieron vinculados a las luchas obreras y comprometidos en la lucha contra Batista. Del municipio de Artemisa, un numeroso grupo de jóvenes participó en el asalto al Cuartel Moncada, en Santiago de Cuba, dirigidos por Fidel Castro.